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GASTRONOMÍA Y TURISMO: JUVENTUDES QUE HEREDAN FUEGO Y  TERRITORIO 

Educar para que cada preparación y cada viaje sean memoria, cultura y futuro 

La Educación Técnico-Profesional (ETP) cumple un rol estratégico en la formación  de ciudadanos capaces de vincular conocimiento, oficio y sentido territorial. En la reciente  presentación realizada en Constitución, en el marco del V Festival de las Epopeyas de las  Comidas y Bebidas de Chile, los y las estudiantes de las especialidades de Gastronomía y Turismo dieron testimonio de este propósito: aprender haciendo, pero también aprendiendo  con identidad. La gastronomía y el turismo, comprendidos como expresiones culturales,  revelan la dimensión pedagógica de los oficios y su potencia para formar sujetos conscientes  de su historia y su entorno. 

En el Maule, cocinar es narrar el territorio y sus memorias. Cada preparación sintetiza  trabajo, paisaje y emoción colectiva. De igual modo, cada recorrido turístico constituye un  relato vivo donde la naturaleza, la hospitalidad y la cultura local dialogan con el visitante. En este contexto, enseñar gastronomía y turismo demanda una pedagogía situada, capaz de  reconocer al territorio como aula y a los estudiantes como intérpretes activos del patrimonio. Esta perspectiva promueve aprendizajes significativos al integrar saberes técnicos, valores  culturales y sensibilidad social. 

El enfoque patrimonial supera la mera transmisión de recetas o la repetición de rutas. Propone comprender la gastronomía y el turismo como prácticas de mediación cultural que fortalecen la cohesión social y la sostenibilidad del desarrollo local. Así, la enseñanza técnica se transforma en una experiencia educativa integral que articula conocimiento, creatividad y  responsabilidad con el entorno. Los talleres, y las salidas pedagógicas se convierten en  escenarios de investigación, creación y reflexión donde el saber experto adquiere sentido ético y comunitario. 

Formar técnicos en estas disciplinas significa formar custodios del patrimonio  inmaterial, jóvenes que reconocen en el alimento y en la experiencia turística un lenguaje de  identidad. En tiempos de globalización, preservar la diversidad cultural requiere  profesionales capaces de equilibrar innovación y tradición, productividad y conciencia social. La educación técnico-profesional tiene, por tanto, la misión de inspirar vocaciones  comprometidas con el territorio, que comprendan que servir al otro es también un acto de  preservación y de ciudadanía. 

La educación se vuelve un puente entre el pasado y el porvenir, un ejercicio de  aprendizaje con sentido que honra el patrimonio y proyecta esperanza en las y los estudiantes. 

FUENTE: Diario El Centro, Talca

Por Antonieta Muñoz Quilaqueo

Miembro del Comité de Educación de FEGACH
Profesora en Educación Técnico Profesional
Universidad Austral de Chile
Diplomada en Patrimonio Cultural Inmaterial
Universidad de Chile
Candidata a Magíster en Políticas y Gestión Educacional
Universidad de Talca